Aunque ya en el siglo III, momento en el que la Iglesia institucionaliza la festividad de los Reyes Magos, existía por costumbre que se diesen postres dulces a los pobres, fue el rey Felipe V quien importó de Francia a España la tradición de un dulce con forma de torta o roscón que contenía una haba en su interior. Quien se la encontraba era colmado de regalos y recibía el nombre de Roi de la Fève (Rey del Haba). Eso sí, la forma del roscón simboliza "eternidad" y la corona recuerda a la que los Reyes otorgaron al Niño Jesús.