En 1707, durante la Guerra de Sucesión, fue conquistada por el ejército de Felipe V. Como castigo a su resistencia, el rey mandó destruir el centro histórico de la ciudad. El núcleo antiguo de la ciudad, construido en torno a la Seu Vella, desapareció. El tejido urbano medieval fue arrasado: desaparecieron calles, plazas, palacios, conventos, iglesias, casas particulares... y a punto estuvo de hacerlo la misma catedral románico-gótica, que acabo convertida en cuartel.