Al parecer, cuando el ecónomo del Vaticano ya había finalizado el recuento de todo el patrimonio inmobiliario, tierras, obras de arte, joyas, oro en lingotes, empresas, acciones y cuentas corrientes en paraísos terrenales y fiscales, se cerró el Excel inesperadamente y se ha tenido que volver a empezar de nuevo por la letra A de abadías, albaceas, armas, avaricia, etc…