"No soy un enfermo", declara Pep, un fetichista que participa en este negocio importado de Japón. Algunas famosas venden su ropa íntima. “Lo que me excita es que la haya llevado una persona. Me basta con tocarlas, olerlas o rozarlas por mi sexo. Me resulta satisfactorio”, detalla con normalidad este joven que prefiere permanecer en el anonimato. Pep no es su verdadero nombre. “Soy taxista y no quiero problemas”, aclara. “La gente no entiende esto”, se lamenta. Pep, un tipo alto, joven, bien parecido y con barba de varios días, abre la puerta...