Nos engañamos a nosotros mismos porque no mola ni es cool estar en ese grupo, el de los trabajadores pobres. No es que nadie quiera ser pobre, es que nadie quiere aparentarlo. Lo que importa es que no se note. Por eso es tan difícil la movilización, porque nadie quiere mostrar que forma parte de la orilla izquierda, del lado de los trabajadores precarizados por una isla imposible de pagar. La aporofobia es lo que reina en nuestra sociedad, muy por encima de la xenofobia. Porque si el extranjero es rico no hay color de piel que lo margine.