El calor no solo hace que por nuestras cabezas corran las gotas de sudor, sino también, de forma metafórica, que se nos caigan las neuronas. Así lo corroboran varios estudios conjuntos que intentaron demostrar cómo el clima cálido afecta a nuestra capacidad para tomar decisiones complejas o, como mínimo, que nos cueste más tiempo tomar estas decisiones.
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Ya me voy...
Ah, y cambiar los exámenes de fin de curso a febrero.