A lo largo de casi tres siglos (entre los años 1662 y 1954) en los tribunales de Gran Bretaña se estuvo aplicando la máxima jurídica ‘Sin cuerpo, no hay delito’, por la cual se evitaba juzgar y condenar a un sospechoso de un delito de asesinato o desaparición sin que el cuerpo de la supuesta víctima hubiese aparecido. Esta decisión fue tomada un año después de haber juzgado y ejecutado a tres personas en la pequeña población inglesa de Chipping Campden, tras haber sido acusadas del asesinato de William Harrison, un honorable hombre de 70 años.
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