Imagina por un momento que pudieras notar el tacto frío y pegajoso de una ventana una fría mañana de invierno con tan solo saborear un café. O que al escuchar una nota musical pudieras percibir de qué color es. Algo más: que le pusieras un carácter determinado a una letra del abecedario, pero no de forma aleatoria, sino porque realmente supieses acerca de su idiosincrasia. Suena tanto a locura como a superpoder, pero tiene un nombre: sinestesia, y algunos personajes memorables, como Nabokov (que veía el alfabeto de colores y con un detalle as
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