Todo parecía indicar que se trataba de un crimen perfecto: dos hombres muertos, una cena a medio comer y ningún signo de violencia. Y toda Francia intrigada. Ocurrió el pasado jueves 3 de agosto. La policía de la localidad de Authon-du-Perche, en el centro de Francia, atendió el reporte de una vecina que señalaba que había encontrado sin vida los cuerpos de Luciet Perot, de 69 años, y Olivier Boudin, de 38.
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