Esos códigos están ahí para permitir a los investigadores de la agencia rastrear posibles falsificadores. Esto ocurre desde la década de 1980, cuando las fotocopiadoras a color estaban empezando a ser tremendamente populares. Entonces el gobierno de Estados Unidos comenzó a preocuparse de que la gente pudiera usar las impresoras a color para, por ejemplo, copiar dinero. Si antes del boom de las máquinas un estafador debía tener su propia imprenta para copiar billetes, ahora ya no hacía falta, al menos esa era la teoría.
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