Sus rostros descansan en horizontal, con tonos mortecinos en absoluto disimulados, tocados por sendas coronas de flores. Un espectador despistado podría pensar, desde lejos, que ha habido un error al colgar los cuadros, que lo correcto es girarlos noventa grados. ¿Qué hay detrás de esas inquietantes imágenes? ¿Quién encargaba esos cuadros, por qué no se retrataba a las religiosas con vida para recordar cómo habían sido? Sigrith Castañeda, responsable de la colección del Banco de la República de Colombia, de donde proceden las imágenes, arroja
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