Las principales diferencias entre el propulsor chino y el de la NASA es que el primero es más grande y cuenta con tecnología más moderna. Por lo tanto, la creación asiática tiene más potencia, con 25 toneladas de fuerza frente a las 11 toneladas del RL-10B2. Chu explica que tuvieron que crear “un nuevo intercambiador de calor que consta de muchos componentes en forma de costilla para absorber el calor de la superficie de la cámara de combustión y pasarlo a hidrógeno líquido con una eficiencia sin precedentes.
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