Si hay un pueblo asociado a una imagen bien definida es el vikingo. La estampa de sus drakkars arribando a una playa y sus ocupantes desembarcando espada en mano, protegidos por sus escudos y dando feroces alaridos de guerra constituye toda una iconografía del Medievo, a pesar de ser muy estereotipada. Buena parte de la fascinación que aún producen se basa en su atractiva mitología pagana, repleta de elementos mil veces imitados por la fantasía literaria y cinematográfica actuales, por eso resulta tan insólita la historia de Sigurd I.
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