Se muere la mina y, con ella, las ciudades que levantó. Dos cuencas enteras: la del Caudal y la del Nalón, crecieron al auspicio del oro negro. Ya no queda nada de aquél Langreo y lleno de gente. Menos todavía de aquel Mieres que llegó a tener más de 70.000 habitantes y cuyos dos principales bares vendían más Coca-Cola (para los cubatas) que ningún otro de España. Bares que estaban abiertos las 24 horas y que abastecían de copas a aquellos mineros que no sabían si iban a morir de silicosis con 40 años o al día siguiente bajando a la mina.
|
etiquetas: asturias , minas , carbón , historia