Medina, vallisoletano, había pasado destinado a Melilla en enero de aquel año 1921. Tenía 24 años y una mirada melancólica, ese semblante que solamente tienen los soldados enamorados destinados lejos del hogar, y, sobre todo, de su amada. Ella era Rosa Margarita Barceló, residente en Gerona, donde el joven oficial enviaba preciosas cartas con regularidad, casi diariamente. [...] Sin embargo, aquel verano en el Rif todo cambió para el joven teniente y su prometida.
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