Las discrepancias no son negativas. Lo negativo es no saber discrepar. Atacar al que piensa diferente. Excluir al que disiente. Cerrarse a los argumentos solo porque ponen en entredicho aquello en lo que creemos. Hay una sobreidentificación con las ideas, creer que somos lo que pensamos. Cuando alguien disiente y pone en entredicho algunas de nuestras creencias más arraigadas, lo percibimos como un ataque a nuestro “yo”.
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