El Eiger no es una de las montañas más altas del mundo. Su altura (3970 metros) no llega ni a alcanzar la mitad de las cumbres más altas del planeta. Ni siquiera es la montaña más alta de su macizo: el Jungfrau (4158 m) y el Mönch (4099 m) lo superan en altura. Pero aun así, el Eiger se lleva los apelativos más despectivos. Mientras que Jungfrau significa doncella en alemán y Mönch monje, a la más pequeña de las tres montañas le cayó el nombre de «ogro». La responsable de esta inquina en el reparto de nombres es la pared norte del Eiger.
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