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Monterroso, el breve

Cuentan de él que en una recepción de mucha gala —zapatos brillantes, lamés y lentejuelas— le presentaron a la mujer de un embajador, o un banquero, o algo, diciendo que era el autor del conocido cuento del dinosaurio. La señora le tendió la mano con indolencia, agitó un par de veces las pestañas pintadas de rímel como el casco de un petrolero y dijo: «Ah, el cuento del dinosaurio, recién lo estoy leyendo, ya le contaré cuando termine». Nadie dijo nada, naturalmente, pero hay que reconocer al comentario cierta falta de oportunidad

| etiquetas: augusto monterroso , literatura , anécdotas

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