Aunque existen evidencias a favor del uso del “mindfulness” en el tratamiento de determinadas patologías, en realidad su efectividad no parece superior a la del ejercicio moderado, el cambio de hábitos o la mejora en la alimentación, lo cual difícilmente justifica que se venda como “terapia” (y para prácticamente todo). Y mucho menos que Universidades como la de Zaragoza ofrezcan nada menos que un diploma de especialización y un máster sobre la materia.
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