Cada otoño es igual: miles de chicos regresan desde Dakar, Thies o Saint Louis para las fiestas. Los campeones de todas las aldeas y pueblos de la región se retan entre ellos en un ritual espontáneo que recorre la Casamance y se prolonga durante meses. La lucha tradicional, convertida en un deporte que mueve millones y pasiones en el resto de Senegal, sigue siendo una tradición que en los pueblos diola vive a pie de calle: una oportunidad para el festejo y la formación de vínculos y amistades entre pueblos vecinos.
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