En The Architect encontramos a la protagonista hablando con su banco en un quiosco digital. Es decir, una sucursal bancaria en la calle, atendida por un chatbot. La conversión que mantienen es un auténtico delirio, porque mientras la humana pregunta cómo conseguir una hipoteca, e intenta hacerse entender, la IA insiste en que no cumple las condiciones. Es como hablar con una pared. Solo le falta decirle a la chica que porqué pregunta estupideces. Y todo esto daría risa si no fuera a pasar mañana, o pasado mañana.
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