Muy pocos judíos tuvieron la fortuna de la que gozó este médico austríaco. Después de haber prestado sus servicios en el ejército austriaco, Eduard Bloch pudo abrir su propio consultorio en la ciudad de Linz. Se ganó una gran fama como profesional, pues se decía que nunca había negado atención a ningún paciente, aunque perteneciese a las clases sociales más bajas y no pudieran pagar por su ayuda. Su relación con la familia Hitler empezó en 1904 cuando atendió a Adolf por una enfermedad pulmonar.
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