La primera impresión no fue mala. El cliente me envió un planning detallado con todo lo que se haría el día D. De hecho, estaba tan detallado que daba un poco de miedo el pensar que ocurriría si cualquiera de esos elementos se alteraba, aunque fuera mínimamente. [...] Lo malo, claro, era el detalle. Fijar las entrevistas con minutos exactos era un problema porque las entrevistas siempre se alargan, el VIP siempre se retrasa y los fotocoles siempre empiezan tarde.
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