Uno no gana el Nobel por ser buen jefe. Cuando William Shockley lo recibió en la categforía de Física en 1956 lo hizo por su descubrimiento de los transistores. Aquel genio de la física y la electrónica no tendría el mismo éxito al frente de su empresa, Shockley Semiconductor Laboratory: en 1957, un año después de su fundación, ocho empleados abandonarían el barco hartos de Shockley y su forma de llevar las cosas.
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