El 8 de noviembre de 1931, Hans-Thilo Schmidt se citó en un hotel de Verviers, en Bélgica, con un agente secreto francés cuyo nombre en clave era Rex. Hans-Thilo había llevado hasta allí dos documentos que había distraído de su oficina. Eran las instrucciones para utilizar la máquina Enigma, que permitiría a los franceses conocer en detalle cómo era usada por los alemanes.
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