Para que exista música primero hay que ordenar los sonidos, ya que estos abarcan una enorme variedad de vibraciones del aire; un murciélago lo puede hacer vibrar hasta 120.000 veces por segundo y una rana al croar a 50 periodos por segundo y, como ya sabemos, nuestro oído sólo dispone de capacidades para escuchar las comprendidas entre los 20 y los 20.000 periodos por segundo pero la música, sólo aprovecha un porcentaje muy bajo de ese potencial audible. Gracias a la capacidad de producir "sonidos distintos" obtenemos la "orquesta sinfónica"
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