Barcelona era una ciudad convulsa. La derecha se sentía insegura ante el avance del republicanismo, el anarco-sindicalismo y el nacionalismo catalán, más allá de tonadilleras premonitorias. Ese mismo año nacieron los Sindicatos Libres, mientras crecía el pistolerismo patronal amparado desde el poder. Cuatro años mas tarde, la dictadura de Primo de Rivera –saludada también por la derecha catalanista de Francesc Cambó– fue la respuesta a la ola revolucionaria.
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