El estudio, publicado en la revista Nature, se basa en el análisis de imágenes de satélite de alta resolución sobre episodios de lluvia extrema en distintos lugares del globo desde 1998 y se basa en el uso de “redes complejas” que permiten establecer relaciones entre fenómenos que hasta ahora se consideraban independientes. “Descubrir este patrón de conexiones de los datos puede mejorar los modelos meteorológicos y climáticos”, asegura Boers. “Este hallazgo puede ayudarnos también a entender las conexiones entre diferentes sistemas monzónicos”
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