Como es lógico, todos solemos pensar que los que marcharon al frente a dejar el pellejo durante la Gran Guerra lo hicieron de las formas habituales: de un disparo, con los pulmones calcinados por el gas, incinerados por un lanzallamas o reducidos a carne picada por la acción de la artillería. Sin embargo, hubo infinidad de casos en que los sufridos combatientes entregaban la cuchara por motivos que, en ocasiones, no tenían mucho o nada que ver con los convencionales. Veamos algunos de ellos...
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