Un equipo internacional de científicos, liderado por el Instituto Karolinska, ha investigado la base neural de los prejuicios raciales. Los resultados, publicados en la revista científica NeuroImage, muestran que después de una experiencia aversiva, se observan diferencias en la actividad cerebral, dependiendo de si la experiencia se asocia con un miembro del propio grupo étnico de la persona u otra.
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