La imaginación es más poderosa que el conocimiento o la información y anula fácilmente la razón. El ser humano es capaz de precipitarse hacia situaciones y actos aparentemente irracionales. Nuestras necesidades, supersticiones, prejuicios y creencias, asociadas a una fuerte emoción, pueden cegarnos hasta el punto de hacernos perder temporalmente el juicio. Este tipo de tendencias, que podrían conducirnos desde la aventura idílica y el heroísmo hasta el crimen pasional, son difíciles de manejar mediante el empleo exclusivo del razonamiento.
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