A lo que aspira la protagonista de Mi año de descanso y relajación, la novela de Otessa Moshfegh sobre la que todo el mundo hablaba hace unos años, era pasar todo el año durmiendo, desconectada del mundo. La protagonista no es una milenial: sabemos, por los datos de hechos reales que enmarcan la historia, que vive en el año anterior al 11 S y que tiene veintitantos, lo que la convierte en una X. Pero por mucho que la narradora —sin nombre— sea de una generación precedente, la novela conecta —y mucho—...
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