Los guerreros de la Khalsa tenían prohibido fumar, llevar la cabeza descubierta, usar pendientes, consumir carne sacrificada al estilo islámico y mantener relaciones extramatrimoniales. Tampoco se relacionaban con leales ni descendientes de sus rivales y, en suma, debían ser honestos, tratar con igualdad a todos, meditar sobre Dios manteniéndole fidelidad, resistir a la tiranía y hacer frente a la persecución religiosa, ya fuera contra uno o contra la comunidad.
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