Joseph Goebbels (1897-1945) quería ser poeta, pero no consiguió publicar ni un triste verso. El resentimiento por esta vocación frustrada, aderezado con el odio a su propio cuerpo (era cojo y medía 1,50), cimentó su cinismo. «El público alemán desea ser embaucado», escribe en sus diarios. Desde 1923 hasta 1945 trabajó en ellos sin respiro hasta completar 7.000 páginas manuscritas y 36.000 dictadas que fueron confiscadas por los soviéticos.
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