La historia del control de crucero arranca, paradójicamente, en el coche que llevaba su chófer: Harry Lindsay. Básicamente, a Teetor no le gustaba nada lo mal que este mismo conducía, ya que le costaba realmente mantener una velocidad constante, pues aceleraba y soltaba el pedal continuamente. Así pues, a Teetor se le ocurrió una brillante idea: inventar un sistema que pudiera mantener la velocidad.
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