Ayala también asegura que “en ningún momento he querido castigar a nadie en el libro”, pero tampoco puede ocultar que “la Iglesia casi siempre ha cuidado su pan, y su pan es someter a las personas a través de las ideas. Muchos sacerdotes arengaban y daban bendiciones a los falangistas. El púlpito tuvo un papel fundamental en la legitimación del régimen”, agrega.
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