Cultura y divulgación
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Zuloaga, el fallido damasquinador

Hubiera sido lo más probable. El joven Ignacio lo tenía todo para ser ‘damasquinador’, como su padre, como su abuelo. En aquel pequeño pueblo guipuzcoano en el que la industria de las armas se había convertido en el motor económico de la comarca tendría futuro asegurado. Su abuelo Eusebio y su padre, Plácido, habían perfeccionado e introducido como ningún otro antes aquel arte casi desconocido de decorar armas.

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