Aunque habían asegurado que, durante las pruebas telepáticas, Geller estaba aislado en una habitación, no era así. El cuarto tenía una ventana transparente a la estancia desde la que se entraba y, a unos 80 centímetros de altura, un agujero relleno con gasa por el que podían meterse y sacarse cosas. El israelí podía ver y ser visto, escuchar lo que se decía al otro lado de la puerta y hasta recibir papeles. Además, entre los asistentes a los experimentos “contaba con dos cómplices en las personas de Shipi y Hannah Shtrang...
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