Desde un primer momento, el punto G estuvo rodeado de un gran escepticismo que llega hasta nuestros días, y que se debe, ante todo, a que contradecía las teorías canónicas de Masters & Johnson, que reivindicaron el clítoris como el centro casi exclusivo del placer femenino. La investigación realizada por el profesor Barry Komisaruk, de la Universidad de Rutgers, así lo refrenda: las áreas cerebrales que se excitan en un escáner cerebral son completamente diferentes si este es vaginal o si se estimula el clítoris externo.
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