Nada mejor para tratar la infertilidad masculina que comer testículos de cerdo o de ciervo. Ésa y otras pociones elaboradas con hierbas naturales como la menta gatuna, eran algunas de las recetas más comunes recomendadas por los médicos en Europa durante la Edad Media para solucionar este problema. Según Catherine Rider, profesora de historia de la Universidad de Exeter, en Reino Unido, los tratamientos planteados por los antiguos textos médicos indican que los médicos no atribuían automáticamente a la mujer las dificultades para procrear.
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