Para algunos cineastas su ciudad, o su país, es mucho más que el lugar en el que ambientan sus historias o un mero contexto es un personaje más, cuando no el coprotagonista. No solo eso. Su propia mirada provoca que esos lugares se tiñan de ella en el imaginario popular. Si Scorsese o Woody Allen recrean una y otra vez Nueva York, también lo hace Pedro Almodóvar con Madrid como Truffaut y Rohmer con París u Ozu con Tokio.