Cultura y divulgación
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La Santa Capilla, el tesoro escondido de París

Corría el año de 1241 cuando Luis IX, rey de Francia, se dejó embaucar por el avispado emperador bizantino Balduino II, que le vendió un montón de morralla, la cual -así le hizo creer- habría pertenecido a Jesucristo, y se habría usado durante la mítica ejecución de aquél. El tal Balduino era Emperador Latino de Oriente cuando ya sus dominios se habían reducido a la mínima expresión, encerrados en las murallas de Constantinopla. Ciertamente, su pomposo título resultaba grotesco en tales circunstancias.

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