Cuando, el 16 de enero de 1820, William Smith, el marino británico a quien se atribuye el descubrimiento de la Antártida, desembarca en la costa norte de esta isla, descubre el pecio embarrancado y abundantes muestras de actividad reciente en un campamento improvisado. De regreso a su base en Valparaíso, decide admitir que no ha sido el primero en pisar aquellas tierras, pero las autoridades británicas le conminan a callar. Y calla.
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