Escribir poemas en la calle se parece mucho a hacer autoestop. La improvisación del poema está tan envuelta de magia como abrir la puerta de un coche desconocido o de un camión. Lo que sucede entre poema y poema es la espera. Lo que sucede durante son las personas, efímeras e intensas. Por eso quería viajar a dedo de Madrid a Barcelona, porque sin tiempo no hay distancia y sin dinero no hay prisa. Bueno y también porque quería viajar en camión.
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