Las comunidades neolíticas ibéricas ya gestionaban los rebaños de vacas y toros de manera estratégica y eficiente hace 6.000 años, moviéndolos entre zonas de pasto bajas y de media montaña para asegurarles la alimentación y modificando deliberadamente su ciclo reproductivo... Los nacimientos estaban sincronizados con la llegada a los prados de verano, coincidiendo con la abundancia de pastos y eliminando la necesidad de suplementar con alimentos durante el invierno. Esta estrategia también maximizaba la producción de leche en momentos clave.
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