Si bien ser músico, famoso y de éxito tiene numerosos beneficios, La Oreja de Van Gogh se encarga de demostrarnos que no todo son alegrías en esta profesión. Estar sobre los escenarios es estar elevado, pero el peligro no está en que desde allí seas la diana de objetos que con buenas intenciones lanzan los seguidores, sino exponerse a infinitas caídas.
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