Lo confieso: soy insoportable cuando tengo hambre. Me convierto en un ser irracional e irascible que no atiende a razones, al que cualquier obstáculo que se interponga en el camino por conseguir comida le resulta insalvable. Y no soy el único. Le pasa a mi padre y a mucha más gente, pero, ¿por qué nos enfadamos cuando tenemos hambre?
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