Las creencias falsas y el pensamiento débil alimentan muchos mitos que suelen florecer a partir de una semilla (hechos ciertos), y prosperan a la medida de los deseos y ansiedades humanas. Provocan desde conductas erróneas o dañiñas -seguir un tratamiento innecesario o derrochar dinero-. También pueden descarrilar o impedir la investigación confundiendo a científicos, o redirigir la financiación hacia el objeto del mito. Así, por ejemplo, el mito de la superpoblación del planeta o que las personas aprenden mejor adaptándose a ellos.
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