Pese a la oposición de los ejecutivos, Bush se empeñó en que su tarjeta de presentación debía ser aquel tema cuya letra rendía homenaje a Emily Brontë y cuyo estilo iba a contrapelo de todas las modas del momento. La cabezonería de Kate Bush defendiendo Wuthering Heights no sólo la llevó a desterrar a ABBA (y a los ABBA de Take A Chance On Me, para colmo) del número uno de las listas de sencillos: también la convirtió en la primera artista femenina que llegaba a ese puesto en Reino Unido con una canción escrita por ella misma.
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