El Jardín Real, conocido en persa como «bāḥ», ocupaba una superficie de aproximadamente 147 hectáreas y estaba rodeado por un sistema de acueductos y muros de piedra finamente labrada. Dentro de este espacio, destacaban dos edificaciones monumentales: el Palacio de Cosroes y el templo de fuego de Čahār Qāpū. Ambas estructuras reflejaban la importancia del sitio como centro de poder y culto en la época del rey sasánida Cosroes II Parvīz (590-628 d.C.).
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